
               El texto recoge las cuatro visitas que realiza un profesor a la cárcel 
para visitar a un exalumno, Héctor Almansa, que ha sido acusado de 
asesinato. La madre de este acude al instituto donde trabaja quien había
 sido tutor de Héctor y le pide que vaya a visitar a su hijo. Cada
 una de las visitas aporta una intención narrativa, unas características
 en función del desarrollo de la acción. Las visitas coinciden con el 
avance de la historia, es más, aparecen en un tono in crescendo para
 preparar el desenlace. El profesor no pretende verse en la obligación 
de tener que visitar a su exalumno, sin embargo, las circunstancias y el
 compromiso son fuerzas susceptibles para, a pesar de su desinterés, 
mantenerlo pendiente de la situación de Héctor. El profesor ha decidido 
no investigar sobre lo sucedido, no se propone ser el detective. No, no 
es ese el camino de esta novela. Sucede que sin pretenderlo se convierte
 en conocedor de unos acontecimientos y, considera, a partir de aquí, el
 alcance de su compromiso.
Un buen libro que nos hace pensar en la influencia que tiene un educador en las vidas tiernas y personalidades incipientes de los alumnos a los que enseña. Al entrar a una clase no sólo se enseña una materia, se influye en la vida de los educandos y nuestra sociedad no les da la suficiente importancia a los maestros a pesar de que están construyendo nuestra sociedad del futuro. Merece la pena no ya leer este libro, sino pensarlo.
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