Su gran afición por la pintura mueve a la joven Cerynise desde su tierra natal hasta la vieja Europa, una vez allí es acogida por una buena amiga de la familia, quién no duda en convertirse en su mecenas. Desgraciadamente, la anciana mujer fallece a los pocos años, dejando como heredero a un sobrino lejano, quién una vez llegado a la mansión priva de todos sus privilegios a la joven dama. Intentando huir de tan precaria situación, Cerynise conseguirá un pasaje en un barco americano que la llevara de nuevo a su hogar. Cuál es la sorpresa que el capitán del mismo no es otro que Beauregard, su vecino y amor platónico de la infancia. Tras explicarle el aprieto en el que se encuentra involucrada, Beau no duda en echarle una mano.Pero la situación se complica más cuando el sobrino de su antigua mecenas reclama su tutoría, algo que la impediría abandonar el país. La única solución: que la custodia de Cerynise pase a ser responsabilidad de su marido. ¿Pero quién osaría a desposarla? Beau, movido por la antigua amistad que lo une al padre la joven, y en el papel de todo un caballero decide ser su tabla de salvación. De todas formas, una vez que lleguen a América, no habrá problemas para disolver el matrimonio, ya que tiene pensado no consumirlo.
Toda la situación queda bajo un acuerdo secreto entre los dos jóvenes, pero la dura travesía hacía al hogar pondrá a prueba sus sentimientos, y las emociones de Beau flaqueran. ¿Por qué demonios aquella desgarbada muchacha tiene que haberse convertido en una mujer tan deslumbrante?