El primer beso ocurrió en un pasillo
escasamente iluminado de la mansión de Edwin Hastings. Louisa no lo vio venir…
Claro que era imposible que Anthony
Stalbridge albergara intenciones románticas: el beso sólo supuso una medida
desesperada para evitar que el guardia los descubriera donde no debían estar.
Porque, a fin de cuentas, ningún hombre habría considerado que Louisa Bryce,
con su vestido sin gracia y sus gafas, fuera una mujer atractiva. Lo único que
ambos intrusos tenían en común era su interés por los asuntos privados del
señor Hastings, un hombre poderoso de quien sospechaban que albergaba terribles
secretos...
Para las amantes de la lectura en inglés.
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