Maximilian Burke siempre se ha sentido orgulloso de ser el hombre que cualquier madre quisiera tener como yerno. Pero después de que el sinvergüenza de su hermano se fugara con la novia de Max, descubre que es mucho más satisfactorio ser un truhan que un perfecto caballero. Forzado a huir de Londres después de un duelo que acabó mal, Max busca refugio en Cadgwyck Manor, en la solitaria costa de Cornualles, un lugar tan agreste y salvaje como su estado actual. La mansión en ruinas se completa con su propio fantasma, aunque por extraño que parezca, no es la Dama de Blanco de Cadwyck quien empieza a perseguir los sueños de Max, sino esa ama de llaves de pocas palabras.
Lo último que la mojigata y correcta ama de llaves, Anne Spencer, necesita es un nuevo amo, especialmente uno tan melancólico y atractivo como el conde de Dravenwood. A pesar de planear deshacerse de él, se encuentra irresistiblemente atraída hacia esos fuertes y musculosos brazos. Cuando Max se compromete a descubrir el misterio del fantasma de Cadgwyick, no se da cuenta que pondrá a ambos corazones en riesgo, y los tentará a rendirse a un placer tan delicioso como peligroso.
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