El primer encuentro entre Fleur
Hamilton y el Duque de Ridgeway a las afueras del teatro Drury Lane no
fue muy alentador, es más, se podría decir que fue bastante sórdido.
Ella era una prostituta; él, su primer cliente.
Pero
lo peor de todo vino cuando volvieron a verse las caras, ya que Fleur
está en la casa del Duque y nada menos que como la institutriz de su
hija, y lógicamente su esposa, la Duquesa, también vive en el mismo
techo.
Con todos estos
antecedentes es bastante improbable que el amor entre Fleur y el Duque
pueda florecer y que les augure un futuro feliz. Pero, ¿quién sabe?
Cuando se trata de una novela romántica todo es posible…
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