Catalina Cifuentes había pasado sus
últimos diez años en un orfanato. Desde que huyó de su casa tras
contemplar el brutal asesinato de su madre, Noelia Savaedra. Sabía que
algún día podría vengarse del asesino... pero de momento debía ocultarse
por su seguridad. Sin embargo, la marcha en pocos meses de su mejor
amiga, Ana Isabel Expósito, les hace elaborar un plan:
Escribir a su
abuelo, D. Jaime Savaedra, marqués de Fuentidueña, para que las acoja en
su casa.
Un plan arriesgado, pues Cata no está segura de que el marqués
las acepte. Además, por seguridad, deberían cambiar su identidad.
Catalina se convertiría así en Ana Isabel, una joven que sólo desea
seguridad, casarse, formar un familia y acudir a bailes y fiestas de la
alta sociedad.
D. Jaime Savaedra anhelaba, más que
cualquier cosa en el mundo, tener a su nieta en su mansión. Hacía
muchísimos años que se había arrepentido de la pelea que motivó la
marcha de su única hija. No quería ser objeto de burla de la alta
sociedad, permitiendo la boda de su heredera con un mozo de cuadras.
Algo que nunca se había podido perdonar a sí mismo. Sólo la adopción de
Miguel, un huérfano de ocho años, había podido llenar el hueco dejado
por la marcha de Noelia. Ahora, con veintiséis, Miguel era un joven
admirado y deseado por todas las jóvenes a la caza de un marido.
Catalina no podía estar más feliz en la
mansión de Segovia. Su abuelo las había aceptado enseguida, le
encantaban las fiestas y sus atrevidos vestidos y se sentía
irremediablemente atraída por Miguel. Pero la felicidad también podía
ser efímera. Darius, el asesino de su madre, aparece de nuevo en su
vida, poniendo en peligro no solo la vida de su mejor amiga, sino la
suya propia. Además, no está segura de poder contar con la ayuda del
marqués y de Miguel para detenerle.
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