Mi estimada Miss Lockhart:
Le agradezco su amable del pasado miércoles, concerniente a la supuesta maldición que sufre cualquier hija nacida de un Lockhart. Le reconfortará pensar que creo que ello no es más que un montón de tonterias. Estoy firmemente convencido que una muchacha con su considerable fortaleza y espíritu de ánimo podría casarse con cualquiera sin temor, incluido el mismo diablo. Como tampoco creo que el hombre que ha pedido la mano de una Lockhart, y negociado duramente por ello, si me permite el atrevimiento, tenga necesidad de tener miedo alguno, dejando de lado la peligrosidad que comporta el hecho mismo de casarse con alguien con la típica naturaleza de los Lockharts. Gracias de nuevo, Miss Lockhart, por su preocupación por mi bienestar. Espero con gran ilusión la fecha de nuestra boda.
Sinceramente, Douglas.
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