Ray Donnelly supo que aquella sonrisa desobediente le traería
problemas. Esa chica de Boston era de las que miran a los ojos y
trituran las aceras a golpe de tacón.
Durante la primavera de 1921, Helen McKerrigan-Montero viaja a Nueva
York para acompañar a su hermana Laura, a punto de dar a luz. Debido a
una absurda confusión, se convierte en el objetivo de una banda de
gángsters de los bajos fondos. Para su sorpresa, el responsable de su
protección es alguien a quien no ha podido olvidar.
El comisario Ray Donnelly asume el deber de proteger a Helen hasta
ver entre rejas a quienes dispararon contra ella. Mientras resuelve el
caso, debe alejarla del peligro de Manhattan, por lo que decide
esconderla en la granja de sus padres en Germantown, hasta el día en que
ambos deban declarar en el juicio. Allí, Helen, conocerá a una
personita que le robará el corazón.
Pero Helen no es una mujer dócil ni hogareña; es apasionada, rebelde,
decidida, coqueta y posee una lengua demasiado afilada para Ray, que ya
ha conocido a muchas mujeres sofisticadas y huye de ellas con
desesperación. Sin embargo, cada día que pasa en su exasperante
compañía, intuye que le será muy difícil decirle adiós.



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