El duque de Fontalatecho es un hombre piadoso y dado a los rezos. Su
voto de castidad y su desprecio hacia el sexo opuesto, le han convertido
en el hazmerreír del pueblo, debido a su condición de cornudo, aireada a
lo largo y ancho del país. Él es el culpable de tan penosas
circunstancias personales, pues ha demorado durante años los esponsales
concertados con su prometida extranjera, a quien no se ha dignado a
conocer.
Esta, olvidando por completo la promesa realizada siendo apenas una
niña, inicia una nueva vida al lado de su amante, engendrando hijos sin
pudor, a la vista de todas las cortes de Europa.
Consciente de la afrenta, el duque clama venganza y exige la
reparación de su honor. Urde represalias contra la impúdica novia y las
intenta llevar a término contratando los servicios de un mercenario
francés, Bastien Dufort, un buscavidas caído en desgracia debido a un
desafortunado lance en el campo de batalla. El joven Dufort se verá
obligado mediante chantaje a elegir entre la necesidad, el honor y el
deber. ¿Podrá el hombre de armas acatar las órdenes cuando los
sentimientos que siempre ha desterrado arremeten contra su inflexible
corazón? Las dudas le desconcertarán al cruzarse en su camino Alda, una
muchacha cuya ignorancia la induce a creer que es portadora de una
espantosa maldición, simbolizada por la cicatriz que marca su bello
rostro. Ambos, a pesar de sus opuestas actitudes a la hora de enfrentar
los acontecimientos, se verán envueltos en las intrigas palaciegas de
los poderosos nobles, quienes no se privan de jugar a su antojo y sin
reparo con las vidas y destinos de los menos afortunados.
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