Después del accidente y tras varios meses en coma, Antara despierta
incapaz de ver nada. Todo su mundo se desmorona: Óscar no ha ido a verla
ni un solo día; sus “amigas” se alejan de ella y su sueño de ser
escritora se convierte en una utopía. Lo único que se mantiene ahí es
aquella pequeña librería entre cuyas paredes Antara encuentra la
protección que necesita. Mina, su propietaria, una anciana amargada y
sumida en mil vicios reprobables, trata de ayudarla en todo cuanto puede
pero ella siente que se hunde en los lodazales de un mundo que era sólo
apariencia y cuya solidez se ha resquebrajado ante la primera prueba de
fuego.
Sin embargo todo da un vuelco radical cuando conoce a un muchacho con
el que mantiene, apenas dos encuentros, cinco horas; suficientes para
cambiar su mundo y devolverle una efímera felicidad que amenaza con
esfumarse de nuevo cuando él se marcha repentinamente con una promesa
vacía en los labios.


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