Ivan Everley, décimo tercer barón de Rothvale, dice de sí mismo que es
la última persona de la tierra a la que se debe dejar en custodia una
valiosa colección de arte, pero ¿desde cuándo la ironía de la vida
respeta este tipo de cuestiones? Aristócrata según la ley británica, es
solo un tipo normal que ha llegado a ser campeón olímpico en tiro con
arco y tiene ciertas inclinaciones de… naturaleza íntima. Su perfil
público no es más que una farsa con la que quiere proteger sus secretos
para poder eludir el dolor de la traición. Incluso su famoso primo,
Ethan Blackstone, desconoce la realidad de ese hombre que considera su
hermano.
Lord Ivan guarda una gran cantidad de problemas tras sus
aristocráticos ojos, y estos se complican más cuando aparece una hermosa
restauradora de arte para valorar la colección de pinturas que ha
heredado de su familia. Sin embargo, ni siquiera esos problemas impiden
que se interese por ella. Y una vez que Ivan consigue saborear a
Gabrielle Hargreave, con una u otra identidad, solo puede pensar en lo
perfecto que es tenerla entre sus brazos. La desea desde que pone sus
ojos sobre ella por primera vez y, lo que Ivan quiere, Ivan consigue.
Después de todo, sigue siendo lord Ivan.
Gabrielle pronto averigua que ese Amo no piensa admitir un no por
respuesta. Con eso y con todo, Gabrielle Hargreave va a enseñar a
nuestro lord Descontento un par de cosas sobre la vida y sobre sí mismo,
ayudándolos a ambos a descubrir una innegable verdad sobre lo que
significa encontrar a alguien realmente… inestimable.



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