Laponia, 1717. Maija, su marido Karl-Erik y sus dos hijas, Frederika y
Marit, han emigrado desde Finlandia a la Laponia sueca, en la zona del
monte Blackåsen. Karl-Erik sufre de angustias y miedos incontrolables, y
tuvo que abandonar su trabajo como pescador. Ahora la familia vive en
una granja. Una mañana, Frederika y Marit llevan a pastar a las cabras a
la parte superior del bosque. Allí encuentran el cadáver de un hombre.
Maija decidirá avisar de este suceso a los escasos y lejanos vecinos
del pueblo que se encuentra a un día de distancia a pie, un lugar
tenebroso y solitario que solo parece volver a la vida cuando las
campanas de la iglesia convocan a su gente a través de la nieve. Es allí
donde incluso los enemigos más antiguos de esa comunidad se reúnen y
abandonan su aislamiento para verse de nuevo.
Maija irá conociendo a cada uno de los lugareños en su discreta
investigación y se dará cuenta de que, así como la nieve oculta la
tierra, sus habitantes esconden los más temibles secretos. Todos dicen
que la muerte de ese hombre, quien resulta ser un miembro de la
comunidad llamado Erickson, solo puede deberse al ataque de un lobo.
Pero ¿qué animal salvaje corta un cuerpo de esa manera, con tan limpias y
estudiadas heridas?



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