Marcos vive su aparentemente tranquila vida siendo pastelero en su
pueblo natal. Después de la muerte de su abuela heredó el negocio en el
que había aprendido un oficio con el que disfrutaba poniendo su granito
de azúcar para hacer feliz a la gente.
La esquiva felicidad que tantas veces se le había escapado entre los
dedos, con una familia destruida por el alcohol y los maltratos, el
fallecimiento de su madre y la huida de su hermano mayor junto al chico
del que había estado enamorado desde su adolescencia. Ahora, tomando las
riendas de su propia vida, fuera del yugo opresivo de su padre
alcohólico y sintiéndose libre por fin, tiene que enfrentarse al hombre
del que ha estado siempre enamorado cuando aparece después de tantos
años en la puerta de su negocio, y cuestionarse si es amor o solo un
capricho lo que siente por él.



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