Mendizábal, don Isidoro, es un hombre mayor que vive en el ático de un
edificio de su propiedad, y que es todo cuanto le queda de la gran
fortuna que poseyó. Se trata de un personaje cordial, anclado de manera
visceral en su pasado, que al recordarlo va describiendo interesantes
episodios de la historia de España, sin color político alguno, a los que
adereza con entrañables y divertidas anécdotas de su juventud. *
Aunque el hilo conductor de la historia es don Isidoro, la autora, de
manera brillante, no deja de dar protagonismo al resto de personajes,
como a Pepa, una de las chicas que comparte el tercer piso con dos
amigas, o a doña Concha, antigua vedette, que vive en el segundo, o al
matrimonio del cuarto, inmigrantes que huyen del fanatismo y la
intolerancia, o a los dos chicos del primero, pareja de hecho, así como a
Matilde y Julián, los porteros que atienden a su casero como a alguien
de su familia, sin olvidarnos de Angustias, la dueña del un club de
alterne que don Isidoro frecuenta casi cada noche, ni del inspector de
policía Álvarez, quien interviene en un delicado secuestro.
De este modo, a través de su relación con cada uno, don Isidoro nos
abre de par en par ese mundo interior que atesora, demostrando al mismo
tiempo que la amistad, la generosidad y la comprensión, son los
ingredientes imprescindibles para disfrutar de la convivencia en
armonía.
Cabe resaltar también la información que, a través de sus relatos y
pensamientos en voz alta, aporta del Madrid de antaño, sobre todo de sus
costumbres y tradiciones, con descripciones tan detalladas que te darán
la sensación de estar viviéndolas como si estuvieras allí.



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