La música que llega a través de la ventana de la casa vecina ha
cautivado al coronel James Thomas Halston, militar y topógrafo, hombre
circunspecto. La música lo ha llevado de regreso a la infancia, a los
momentos felices junto a su abuela que le hacían olvidar las vicisitudes
vividas en la sequedad castrense. El coronel ha vuelto a Londres
dispuesto a casarse, y la música, otra vez, lo cautiva y lo hace
sentirse cautivado por su vecina, que toca el piano ajena a los
sentimientos que le despierta.
Para Charlotte Hemling, que tiene veinticinco años y jamás ha tenido
pretendientes, la propuesta de casamiento del coronel le parece una
tabla de salvación de la soltería y la soledad, a pesar de la seca
formalidad con la que le ha pedido que fuera su esposa. No obstante,
decide aceptar: tenaz y constante, caprichosa y vivaz, piensa hacer de
ese hombre el hombre para ella.
La necesidad de apretarse contra él, de fusionar sus cuerpos, era muy
fuerte. El calor crecía y la mano del coronel que le presionaba el
muslo la estaba llevando al delirio: se mezclaban el placer del contacto
y el leve dolor de la herida. ¿Cómo era posible sentir tal placer con
el dolor? Todo era extraño, vulgar, atractivo y la hundía rápidamente en
un vórtice en el que se deleitaba.



No sabia de este blog, qusiera me gustara porque me gusta leer, para mi la lectura es una ventana abierta al mundo, pienso seguirlos. Gracias
ResponderEliminar